martes, 25 de noviembre de 2008

--BREVE CRÓNICA DE SU VIDA CRIMINAL--

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A sus veintisiete años, Goyo estudiaba Ciencias Químicas; era un alumno
tímido y esmirriado, que utilizaba gruesos lentes. Pero eso no le
impidió obtener una beca de PEMEX, que le permitió continuar sus
estudios. Independizado de la sombra de su progenitora, Goyo rentó una
casa en la calle Mar del Norte nº 20, en Tacuba, cerca del Centro
Histórico de la Ciudad de México. Allí vivía cuando la noche de 15 de
agosto de 1942, a bordo de su automóvil Ford, recogió en la calle a una
prostituta de dieciséis años llamada María de los Ángeles González,
alias "Bertha", a quien llevó a su domicilio. Hacia las 23:00 horas, y
después de sostener relaciones sexuales con él, la joven fue a lavarse
al baño de la casa de Goyo, instante que él aprovechó para
estrangularla con un cordón. Una vez muerta, Goyo llevó el cadáver al
patio y allí la enterró.


Los lapsos se iban acortando. Goyo esperó solamente seis días antes de
ir, la noche del 29 de agosto, a buscar una nueva compañía femenina. La
encontró en Rosa Reyes Quiróz, otra menor de edad que no llegó a
acostarse con él. Para entonces, Goyo había descuidado su entorno: su
laboratorio estaba en desorden, los libros fuera de su lugar, había
ropa sucia por todas partes y el polvo empezaba a acumularse en todos
lados. Esto provocó cierta desconfianza en Rosa, quien se dirigió al
laboratorio para curiosear sobre su cliente. Allí, mientras veía unos
matraces y algunos tubos de ensayo, la atacó Goyo. Rosa presentó
resistencia. La lucha fue violenta, pero Goyo triunfó. Sin embargo, la
expresión de horror en el rostro de Rosa lo impresionó. Turbado, cavó
de inmediato la fosa correspondiente. Se dio cuenta de que ya no
quedaba mucho espacio en el patio, así que la amarró de pies y manos. A
las cuatro de la mañana concluía su faena.

Ocho días después, la madrugada del 23 de agosto, Goyo salió de cacería
otra vez. En esta ocasión, la prostituta elegida tenía catorce años y
se llamaba Raquel Rodríguez León. A ella le sorprendió que su cliente
tuviera una amplia biblioteca en su casa. De hecho, tras llevarse a
cabo el acto sexual, Raquel se dedicó a mirar algunos de los libros de
Goyo. En eso estaba cuando él la atacó con el mismo cordón. A las cinco
de la mañana, Raquel ocupaba otro sitio en el patio de la casa de Mar
del Norte.

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